En el contexto económico de 2025, adoptar una cadena de suministro sostenible aporta ventajas competitivas concretas, desde la reducción de los costes operativos hasta la mejora de la reputación corporativa. Además, la normativa europea es cada vez más estricta, lo que hace esencial implementar prácticas sostenibles a lo largo de toda la cadena de valor. En consecuencia, las empresas deben estar preparadas para transformar sus operaciones y responder a estos desafíos.
Esta guía práctica explora todos los aspectos fundamentales para implantar una cadena de suministro sostenible en 2025: desde la definición operativa de los criterios ESG, pasando por las herramientas digitales de trazabilidad, hasta las métricas clave para medir el éxito de las iniciativas. En particular, analizaremos estudios de caso concretos de empresas que ya han obtenido resultados significativos, ofreciendo ideas aplicables a las diversas realidades empresariales italianas.
En el panorama empresarial de 2025, una cadena de suministro sostenible se configura como una red de proveedores, fabricantes y distribuidores que operan con el objetivo de minimizar los impactos ambientales, sociales y económicos durante todas las fases del ciclo de vida de un producto. Esta moderna cadena de suministro integra plenamente prácticas éticas y respetuosas con el medioambiente en un modelo de negocio competitivo y exitoso.
Los criterios ESG (Environmental, Social, Governance) constituyen la base para analizar la actividad empresarial desde la perspectiva ambiental, social y de buena gobernanza. En 2025, estos criterios se han convertido en fundamentales en la gestión de las cadenas de suministro por varios motivos:
En primer lugar, el nuevo marco legislativo europeo ha acelerado este proceso. La transposición en Italia de la Directiva CSRD (2022/2464) introduce obligaciones de información sobre el proceso de diligencia debida en materia de sostenibilidad, mientras que la Directiva CS3D (2024/1760) impone obligaciones de due diligence en la cadena de suministro para determinadas categorías de empresas.
En este contexto, el Pacto Mundial de las Naciones Unidas ha establecido diez principios para medir la sostenibilidad de las cadenas de suministro, abordando áreas como la responsabilidad ambiental, las condiciones laborales, los derechos humanos y la corrupción. Estos principios parten de la premisa de que las prácticas socialmente responsables benefician no solo a las personas y al planeta, sino también a la competitividad y la rentabilidad a largo plazo.
La gestión sostenible de la cadena de suministro se articula en tres dimensiones fundamentales:
Sostenibilidad ambiental: Incluye prácticas que reducen el impacto ecológico, como la optimización del uso de los recursos naturales, la reducción de las emisiones de carbono y la implementación de una economía circular. En una cadena de suministro “verde”, los principios de responsabilidad ambiental se integran desde el diseño del producto y el abastecimiento de materiales hasta la producción, la logística y la gestión del fin de vida.
Sostenibilidad social: Se centra en garantizar condiciones de trabajo dignas, respeto de los derechos humanos e inclusión a lo largo de toda la cadena de valor. Comprende aspectos como salarios justos, seguridad laboral, diversidad e inclusión y compromiso con las comunidades locales. Por ejemplo, el concepto de “living wage” (salario digno) se considera un estándar mínimo para asegurar que los trabajadores dispongan de recursos suficientes para cubrir sus necesidades básicas.
Sostenibilidad económica: Se refiere a la gestión de las obligaciones financieras con los grupos de interés económicos, incluidos clientes, proveedores y otros socios de la cadena de suministro. Implica negociar acuerdos justos, cumplir los compromisos financieros y garantizar la resiliencia del negocio, equilibrando la responsabilidad social y ambiental con la rentabilidad.
Las emisiones de alcance 3 (Scope 3) representan un componente crucial en la evaluación de la sostenibilidad de la cadena de suministro. Son emisiones indirectas de gases de efecto invernadero generadas por operaciones empresariales a partir de fuentes no poseídas ni controladas directamente por la organización.
Según un estudio del Carbon Disclosure Project de 2022, para las empresas que informan al CDP, las emisiones de la cadena de suministro son el principal contribuyente a los gases de efecto invernadero, con un promedio 11,4 veces superior a las emisiones operativas. Para muchas organizaciones, estas emisiones pueden superar el 70 % del total de emisiones de gases de efecto invernadero.
Las emisiones de alcance 3 se subdividen en 15 categorías, organizadas en emisiones aguas arriba (upstream) o aguas abajo (downstream) de la cadena de valor. A diferencia de las emisiones de alcance 1 y 2, más fáciles de calcular, las de alcance 3 presentan mayores dificultades de medición y gestión debido a su naturaleza indirecta y a la complejidad de recopilar datos a lo largo de toda la cadena de valor.
A pesar de estos desafíos, abordar las emisiones de alcance 3 es fundamental para las empresas que desean mejorar realmente su sostenibilidad y responder a las crecientes presiones normativas y de las partes interesadas.
La implantación de una cadena de suministro sostenible requiere un enfoque metódico y herramientas específicas que permitan a las empresas controlar toda la cadena de valor. Lejos de representar un coste adicional, este proceso constituye una oportunidad estratégica para mejorar la eficiencia operativa y, al mismo tiempo, reducir el impacto ambiental y social.
Para construir una cadena de suministro sostenible, el primer paso fundamental consiste en el mapeo completo de la cadena de suministro. Este proceso debe considerar tanto la parte aguas arriba (upstream) como la parte aguas abajo (downstream).
La parte upstream abarca todas las actividades relacionadas con los proveedores de la organización: desde la selección de proveedores y el abastecimiento de materias primas hasta la gestión del inventario. Una estructura upstream bien diseñada garantiza un flujo de producción estable y eficiente, además de relaciones sólidas con los proveedores, particularmente importantes durante períodos de demanda fluctuante.
La componente downstream, en cambio, incluye todas las actividades posproducción: distribución, gestión de pedidos y logística de última milla. Esta parte de la cadena se centra en la entrega puntual de los productos terminados al cliente final, optimizando los plazos de entrega y maximizando la tasa de cumplimiento de pedidos.
Ambas partes de la cadena de suministro están interconectadas mediante tres flujos principales:
La elección de proveedores que operan de forma sostenible es una decisión no solo ética, sino también estratégica. Un proveedor que adopta prácticas responsables ayuda a la empresa a reducir los riesgos asociados a problemas ambientales y sociales, mejorar la imagen corporativa y cumplir una normativa cada vez más estricta en materia de sostenibilidad.
La evaluación ESG de los proveedores se realiza generalmente analizando cuatro macroáreas:
Esta evaluación se lleva a cabo principalmente mediante cuestionarios que los proveedores deben completar, adjuntando certificaciones y documentos oficiales. Los datos recopilados pueden integrarse con informes de auditoría y otra información pública sobre la sostenibilidad del proveedor.
Las empresas pueden implementar esta evaluación de dos maneras: realizándola de forma autónoma, logrando así una mayor personalización, o recurriendo a proveedores de información ESG, que ofrecen una evaluación certificada sin necesidad de invertir en sistemas internos.
En la era digital, tecnologías innovadoras como la blockchain y el Internet de las cosas (IoT) están revolucionando la gestión de la cadena de suministro sostenible, haciendo más efectiva la trazabilidad y la transparencia.
La blockchain, tecnología descentralizada, permite rastrear con la máxima transparencia productos y materiales durante todo su ciclo de vida. Gracias a su carácter inmutable, almacena datos de forma segura y verificable, creando un registro permanente de las transacciones. Esto garantiza la autenticidad de la información relativa al origen de los productos, aumentando la confianza de los consumidores y reduciendo el riesgo de fraude.
Paralelamente, el IoT ofrece soluciones concretas para la sostenibilidad mediante sensores ubicados a lo largo de la cadena de suministro. Estos dispositivos recopilan datos en tiempo real sobre parámetros como temperatura, humedad, ubicación y consumo energético. La información recopilada se transmite, organiza y “notariza” en la blockchain, donde permanece inmutable pero compartible.
La integración de estas tecnologías permite crear cuadros de mando de KPI para supervisar métricas empresariales relacionadas con la sostenibilidad, facilitando decisiones informadas y oportunas. Además, la automatización de los procesos de auditoría y monitorización reduce errores y mejora la calidad de la información obtenida, permitiendo intervenciones rápidas en caso de incumplimiento.
Medir la eficacia de las iniciativas sostenibles requiere un sistema de métricas bien definido. Según estudios recientes, el seguimiento sistemático de los KPI de sostenibilidad permite a las empresas identificar con precisión las áreas de mejora y tomar decisiones basadas en datos concretos.
La huella de carbono se ha convertido en un indicador universalmente reconocido para medir las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a las actividades empresariales. En el sector del transporte y la logística, este aspecto es especialmente relevante, ya que en Italia el sector representa aproximadamente el 25 % de las emisiones totales (418 Mt CO2e), de las cuales el 92 % se atribuye al transporte por carretera.
Otros indicadores ambientales esenciales incluyen:
La eficiencia energética constituye el primer pilar para reducir la huella de carbono, lograda mediante tecnologías de bajo consumo, la optimización de procesos y la sensibilización de los empleados.
Los KPI sociales evalúan las políticas de la empresa respecto a empleados, proveedores y comunidades locales. Estos indicadores examinan aspectos como diversidad e inclusión, seguridad laboral, y salud y bienestar de los trabajadores.
La implementación efectiva de políticas de Inclusión, Equidad y Diversidad (IE&D) aporta beneficios significativos: el 73 % de los responsables de la cadena de suministro considera que sus empresas superan a la competencia cuando estos valores se aplican eficazmente. Además, más de tres cuartas partes de los profesionales de RR. HH. en empresas con sólidas prácticas de IE&D reportan bajas tasas de rotación y mayor satisfacción de los empleados.
Los KPI económicos miden la eficiencia operativa y los costes evitados gracias a la adopción de prácticas sostenibles. Entre ellos:
Accenture ha constatado que los márgenes operativos medios de las empresas con altas calificaciones ESG son 3,7 veces superiores a los de las empresas con menor desempeño ESG, mientras que los accionistas obtienen rendimientos anuales totales 2,6 veces más elevados.
Por tanto, para implantar un sistema de medición eficaz es necesario: definir objetivos estratégicos, elegir KPI inteligentes alineados con los objetivos empresariales, monitorizar los datos constantemente y saber interpretarlos correctamente. Esto no solo mejora la sostenibilidad de la cadena de suministro, sino que también proporciona una ventaja competitiva significativa en el mercado actual.
La optimización de la logística es un área crucial para la reducción de emisiones. En Italia, el consumo energético es responsable de más del 80 % de las emisiones totales de gases de efecto invernadero. El sector del transporte, en particular, debe reducir sus emisiones de los actuales 418 a 232 millones de toneladas de CO2 equivalente para 2030.
La implantación de sistemas avanzados como los Warehouse Management Systems (WMS) y los Transportation Management Systems (TMS) produce resultados tangibles. El software TMS puede generar ahorros inmediatos que oscilan entre el 15 % en costes anuales de transporte y el 30 % en gestión de personal. Además, la optimización de pedidos y surtidos puede evitar que miles de toneladas de inventario terminen en vertederos.
Las empresas con puntuaciones ESG elevadas disfrutan de ventajas competitivas significativas. Estudios recientes indican que las organizaciones con mejores calificaciones ESG obtienen márgenes operativos 3,7 veces superiores a los de las empresas con menor desempeño. Al mismo tiempo, sus accionistas perciben rendimientos anuales 2,6 veces más altos.
En el ámbito comercial, el 30 % de los consumidores prefiere comprar a marcas con valores éticos, mientras que el 28 % ha dejado completamente de comprar a empresas sobre las que tiene dudas éticas. Por lo tanto, la implantación de prácticas sostenibles a lo largo de la cadena de suministro no es solo una cuestión ambiental, sino también una estrategia empresarial esencial.
A pesar de las numerosas ventajas, la implantación de una cadena de suministro sostenible presenta desafíos significativos que las empresas deben abordar con estrategias específicas.
La fragmentación de la información es uno de los principales obstáculos en la gestión sostenible de la cadena de suministro. Muchas organizaciones tienen dificultades para obtener datos completos de sus socios comerciales, especialmente de segundo y tercer nivel. Investigaciones recientes muestran que solo el 36 % de las empresas logra rastrear eficazmente las prácticas sostenibles más allá de sus proveedores directos.
Además, la heterogeneidad de los sistemas de información a lo largo de la cadena de suministro complica aún más este proceso. Con frecuencia, los datos se almacenan en formatos diferentes, lo que dificulta la integración y el análisis comparativo. Por ello, las empresas necesitan plataformas estandarizadas para la recopilación y el procesamiento de información sobre sostenibilidad.
Muchos proveedores, especialmente pequeñas y medianas empresas con limitada alfabetización digital, muestran resistencia a adoptar nuevas tecnologías. Esta situación es particularmente evidente en los mercados emergentes, donde el 62 % de los proveedores carece de las competencias técnicas necesarias para implantar soluciones de trazabilidad avanzadas.
En consecuencia, las empresas deben invertir en la formación de los proveedores y crear incentivos que hagan ventajosa la adopción de prácticas sostenibles. Las estrategias colaborativas, en lugar de impositivas, resultan más eficaces a largo plazo.
La adopción de una cadena de suministro sostenible requiere inversiones iniciales significativas, que pueden representar una barrera considerable. Los costes de implantación incluyen:
No obstante, el retorno de la inversión se vuelve positivo a medio plazo, normalmente en dos o tres años. Las empresas que han implantado sistemas de cadena de suministro sostenible han registrado ahorros operativos del 15 %–25 % en el tercer año, principalmente gracias a la optimización de procesos y a la reducción de residuos.
La cadena de suministro sostenible es, sin duda, uno de los elementos más estratégicos para la competitividad empresarial en 2025. A lo largo de esta guía hemos demostrado que la integración de los principios ESG en toda la cadena de suministro no constituye simplemente una obligación normativa, sino una oportunidad concreta de crecimiento e innovación.
En primer lugar, hemos constatado que una gestión responsable de la cadena de suministro puede reducir significativamente la huella ambiental total de la organización, dado que hasta el 80 % de las emisiones empresariales proviene de estas actividades. Además, la implantación de herramientas digitales avanzadas como la blockchain y el IoT está revolucionando la trazabilidad y la transparencia, elementos fundamentales para una gestión verdaderamente sostenible.
A pesar de los desafíos iniciales —como la recopilación fragmentada de datos y los costes de implantación—, el retorno de la inversión suele volverse positivo en un plazo de dos a tres años. Los datos presentados evidencian que las empresas con puntuaciones ESG altas logran márgenes operativos hasta 3,7 veces superiores a los de sus competidores.
Para superar las barreras de adopción, resulta esencial adoptar un enfoque gradual y colaborativo, involucrando activamente a todos los grupos de interés de la cadena. Las métricas de sostenibilidad deben integrarse en los procesos de toma de decisiones cotidianos, utilizando KPI específicos para supervisar los avances en las dimensiones ambiental, social y económica.
En definitiva, la transformación hacia una cadena de suministro sostenible ya no representa una opción, sino una necesidad estratégica para las empresas que desean prosperar en la economía del futuro. El camino puede ser complejo, ciertamente, pero los beneficios a largo plazo —desde la reducción del impacto ambiental hasta el incremento de la competitividad— hacen que esta inversión no solo sea éticamente correcta, sino también económicamente ventajosa.